viernes, 8 de agosto de 2008

TEMPORALIDADES, FACETAS Y MALDICIONES DEL TIEMPO




¿Por qué confiar en el tiempo?

Yo no confío en él. Es un maldito; un maldito traicionero. Poco a poco va cambiando su rostro… esa careta que todos tenemos en nuestra imaginación durante las alucinaciones hipnagógicas.

Cuando te descuidas, te quita lo que menos esperas, incluso lo que más aprecias.

Te quita salud, belleza, fortuna, es como una plaga que como resultado de consuelo deja el llamado “Recuerdo”. Quién no los tiene? Díganme quien no se consuela viendo las fotografías de lo que algún día llegó a ser o de lo que tuvo.

Y sin darnos cuenta, el tiempo nos va carcomiendo por dentro y por fuera cada vez más y más, hasta que un día te ves en el espejo y con una fría bofetada de realidad logras ver todos los estragos que ha dejado al pasar por encima de ti burlándose una y otra vez sin piedad alguna de nuestra ingenuidad humana.

Probablemente el único consuelo que te queda al darte cuenta de todo lo que el tiempo te ha arrebatado del pecho es que no eres una víctima exclusiva de Él. Ves a tu alrededor cómo todos los que te rodean han envejecido igual que tú y con aires de esperanza patética refugian en recordar una y otra vez todo lo que han perdido.

Y bueno… qué no puedo decir del tiempo y mi cariñosa aberración hacia Él. Si hemos construido tanto y a la vez destruido.

Y al fin de cuentas…
El tiempo no es más que el hijo de la Muerte y un pene imaginario eyaculador de maldiciones sin nombre, dueño, dirección ni mucho menos longitud…